paseo-por-nueva-york, novela negra, Bishop & Pradas

Hace muchos años me imaginaba a mí mismo como el protagonista de una serie antigua, de esas que ahora llaman clásicas, en un eterno paseo por Nueva York.

En mi ensoñación daba interminables caminatas mientras mi mente navegaba absorta en un revuelto mar de pensamientos. La noche que yo sentía como plácida, era en realidad áspera y fría, tan oscura que se volvía lúgubre por momentos.

Mi figura caminaba envuelta en un largo abrigo negro, algo pasado de moda, que yo notaba pesado y tranquilizador como la mano en el hombro de un buen amigo. No obstante, notaba como la gente con la que me cruzaba me miraba brevemente, se estremecía y apresuraba el paso.

Ya tendría que estar acostumbrado y sin embargo …

Mi inseparable Stetson, calado hasta los ojos en un vano intento de amortiguar la fina llovizna que descendía sin cesar, y, al mezclarse con las luces de la ciudad impregnaba la atmósfera de nostalgia y vaho.

Me encanta esta ciudad.

En mi imaginario devenir, siempre me sentía confortado, quizás por el sabor a café fuerte y dulce que aún notaba en el paladar, pero más probablemente por el duro tacto del Colt 1911 qué descansaba en su funda como un perro fiel, adormilado delante de la chimenea, presto a erguirse a una señal mía.
Es curioso, en mis sueños no existen los ruidos de la ciudad, en ellos, siempre suena una ligera música de jazz que me acompaña marcando el ritmo de mis pasos.

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